La primera responsabilidad de los padres es la educación y cuidado de su hijo, todo un gran reto para lo que la inmensa mayoría de nosotros no estamos preparados, ya que no se nace con esta lección aprendida ni ningún niño viene al mundo con un libro de instrucciones debajo del brazo. Pero si algo tenemos claro los padres es que deseamos con todas nuestras fuerzas educar a los hijos de la mejor manera posible, y para ello es necesario tener en cuenta y seguir algunas pautas importantes, como pueden ser:
- Ambos padres deben educar en común, consensuar y establecer unos criterios generales y estrategias que sigan una misma línea, porque es fundamental que el niño reciba el mismo mensaje del padre y de la madre, siendo imprescindible que estos no sean contradictorios.
- Las normas que se establezcan deben ser claras, concretas y adecuadas a cada niño según su edad.
- Un buen ejemplo es la mejor educación. Los niños tienden a imitar todo lo que observan, por lo que será mucho más fácil para él realizar las cosas que ve hacer a sus padres.
- Debemos enseñarles a ser amables con los demás, ser agradecidos, buenos modales, valores o principios éticos como, por ejemplo, saludar, pedir las cosas por favor, dar las gracias, saber perdonar, compartir, ser solidario, etc.
- Adquirir responsabilidades acordes con su edad, como ayudar a poner la mesa, recoger los juguetes…
- Comparte el tiempo con tu hijo, disfruta con él, juega, habla abiertamente de lo que le preocupa, pregúntale cómo le va en el colegio, si tiene amigos, ínstale a que exprese sus emociones, sus pensamientos, sus miedos… solo así se sentirá querido, atendido y que se tiene en cuenta también sus cosas y desarrollará su inteligencia emocional.
- Marca los límites. Los niños saben con seguridad cuando se están portando mal o cuando quieren algo que no le das, intentará conseguir lo que desea a través de una rabieta. Si cedes aprenderá que una rabieta le basta para conseguir lo que desea, por ello deben aprender que un no siempre es no.
- Fomenta el juego, la fantasía, la imaginación… pues como decía el Premio Nobel en medicina, Stuart Brown, “nada enciende más la mente de un niño como jugar”. Los juguetes además de entretener estimulan los sentidos y la motricidad de los más pequeños, favoreciendo muchos procesos de aprendizaje y desarrollo de habilidades de atención, memoria, resolución de problemas, al mismo tiempo que contribuyen a su sociabilización. Los juegos y actividades al aire libre como montar en bicicleta, jugar a la pelota, saltar a la cuerda o la lectura de cuentos infantiles son altamente recomendables en esta etapa. Además, los más jóvenes deben de aprender a escribir lo que sienten para así transmitirlo, de tal forma que si después nosotros como padres queremos convertir sus textos en un bonito cuento solo tendríamos que contactar con alguna empresa especializada.
- El castigo solo cuando es necesario. Los niños, al igual que los adultos, cometen errores y deben aprender de esta experiencia, por lo tanto, el castigo debe estar enfocado a cambiar el comportamiento del niño y para ello debe involucrar o restringir algo que sea importante para él, por ejemplo, no ver la serie de dibujos animados preferida, no utilizar la bicicleta durante dos días… por muy mal que se comporte el niño nunca es aconsejable recurrir al castigo físico.
- El niño debe aprender a experimentar por sí mismo y asumir pequeños riesgos, aunque se equivoque. Los padres debemos evitar la sobreprotección del menor para que aprenda a asumir sus responsabilidades.
- Reforzar los hechos y las cosas buenas realizadas, con gestos de cariño y ánimo que eleven su autoestima. Tan importante como desaprobar y corregir sus malas conductas es reconocer y reforzar las buenas.
Las etapas del desarrollo infantil
Tal y como nos explica la psicopedagoga Cristina Hormigos, según el psicólogo suizo, Jean Piaget, reconocido mundialmente por sus estudios y aportaciones al mundo de la infancia, el desarrollo cognitivo o de aprendizaje infantil se divide en cuatro etapas:
- Etapa sensiomotriz, de 0 a 2 años. Esta fase del desarrollo se caracteriza por la interacción física del bebé, a través de los sentidos de la vista y el oído, con objetos de su entorno. En esta etapa el niño está centrado en sí mismo.
- Etapa preoperacional, desde los 2 a los 7 años. Los niños empiezan a hablar, son capaces de jugar y realizan preguntas de por qué… el niño se abre y conecta con el exterior.
- Etapa de operaciones concretas, de los 7 a los 12 años. El niño comienza a utilizar la lógica y ver las cosas desde otra perspectiva.
- Etapa de operaciones formales, de los 12 a los 18 años. Los niños son capaces de utilizar el pensamiento abstracto.